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Por Esperanza Téllez Laguna
Comité Pro-laicidad Bolivia

Una gran expectativa me ha acompañado durante mi participación en la 52ª. Asamblea de la OEA, como representante del Comité Pro Laicidad de Bolivia 1 . Nuestra incorporación a la “Coalición Religiones, Creencias y Espiritualidades en Diálogo con Sociedad Civil” ha sido posible gracias a una alianza con “Otros Cruces”.

El lema del evento ya constituía un reto para los gobiernos, la sociedad civil participante y para la propia OEA. Durante el desarrollo de la Asamblea, se ha evidenciado con nitidez, nuestra lectura inicial del contexto regional: por un lado, la OEA como organismo cuya claridad política, pertinencia y efectividad han sido cuestionadas en los últimos años; por el otro, la debilidad de los gobiernos frente a la impronta de los movimientos sociales que históricamente apuestan por el efectivo ejercicio de los DDHH, por la diversidad como recurso humano inagotable, y por una democracia renovada, radical y sin ambigüedades.

La presencia y los ataques de los grupos fundamentalistas tuvieron a su disposición y de manera irrestricta, el ámbito mediático y los escenarios del espacio público, para el despliegue de estrategias y narrativas radicales en su afán de comprimir el horizonte de los derechos humanos en la región y a nivel global. Esto se hizo a través de la estigmatización de los principios presentes en los marcos de los organismos internacionales, así como el uso distorsionado de los conceptos que han sido asumidos por los Estados progresistas en materia de derechos humanos y diversidades.

Sin embargo, las coyunturas siempre son favorables, tanto por sus vientos a favor como los que actúan en contra de nuestras motivaciones más significativas. Por ello, la Coalición vislumbra lo religioso como una nueva plataforma en los organismos internacionales que, junto al término “espiritualidades”, amplía su perspectiva des-institucionalizada, no como un reducto idealizado del mundo no-occidental, sino como el espíritu que sobrevive en nuestros pueblos ante los embates de las religiones monoteístas.

Trabajar desde la incidencia política en los organismos internacionales para la creación de instancias y mecanismos que velen y observen a sus Estados miembros no solo cuando limitan o proscriben la libertad religiosa, sino cuando a título de democracia y pluralidad de creencias, vulneran los DDHH, es una tarea importante, como lo es –en cada uno de nuestros países– el posicionamiento de lo religioso y las espiritualidades en el marco de la democracia y los DDHH (tanto en los estados laicos como en los confesionales y pluriconfesionales).

La Coalición se verá fortalecida desde la pluralidad que la constituye, marcando una identidad propia con fundamentos innegociables que eviten el fraccionamiento y el encapsulamiento de las temáticas derivadas de los derechos humanos y el principio de laicidad que trabajan las instancias que la integran; esto, mediante el análisis permanente del contexto a la luz de la realidad y de la estructura patriarcal de discriminación y desigualdad que nos golpea cotidianamente.

El Estado Plurinacional de Bolivia como caso sui géneris por su condición de Estado laico y en consonancia con los pilares y principios constitucionales que lo sostienen, tiene tareas inconclusas para su consolidación como tal y para el posicionamiento del principio de laicidad como transversal al conjunto de su estructura, y asumida también como vertiente que nutre los derechos humanos y el conjunto de libertades establecidas en su marco constitucional, ya que, como expresa el pronunciamiento de la Coalición leído en la Asamblea, “… en la medida de que no existan regímenes verdaderamente laicos, continuaremos viendo en nuestros países una desigualdad hacia las religiones y espiritualidades, así como una instrumentalización de lo religioso para la negación de derechos…” Urge, entonces, gestionar un cuerpo normativo que oriente las políticas públicas, al margen del tutelaje y la pugna de las iglesias cristianas (católica y evangélica) que acorralan al Estado boliviano; la primera por su resistencia a perder espacios históricamente demarcados, y la segunda por consolidar su creciente influencia en los cuatro poderes del Estado. Ambas coinciden en la negación de los derechos ganados por las mujeres y las diversidades sexo-genéricas, como son los derechos sexuales y derechos reproductivos que se han erigido como bandera.

El Comité Pro-Laicidad, después de esta primera experiencia en un evento regional, viene desarrollando una agenda marcada por la apertura teórica, la articulación del principio de laicidad con la multi-discriminación y las desigualdades estructurales, el análisis permanente, la ampliación de alianzas y, sobre todo, el desarrollo de una línea de trabajo pedagógico con una sociedad compleja, polarizada en lo político y con un tejido de solidaridad fragilizado y disperso en demandas de sobrevivencia y reconocimiento de ciudadanía plena.

Gracias a Otros Cruces y a la Coalición por acogernos en el paraguas de la lucha por el derecho a una vida digna y el respeto irrenunciable a la diversidad.

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