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Por Enrique Vega-Dávila

En las redes sociales podemos encontrar una serie de páginas cristianas que ante el mes del Orgullo cuestionan tanto conceptos como prácticas de quienes nos encontramos fuera del clóset. Los debates aumentan día con día y se expresan a través de las tradicionales citas bíblicas y también de memes. La idea de este texto es cuestionar la colonialidad cristiana desde una mirada teológica cuir para que se conozcan otras narrativas. 

Ética teológica y colonialidad

La vida cristiana, como el cristianismo mismo, no existe en singular. Siendo coherentes con este pensamiento decolonial, todo en nuestros espacios creyentes es una propuesta más en medio de la pluralidad existente. Esto me lleva a pensar en lo que he llamado cristianismo hegemónico, el que se basa en identificar algunas doctrinas como únicas y absolutas a través del poder económico o presencia pública mediática que poseen ciertos grupos (Vega-Dávila, 2023). Al mismo tiempo existen los cristianismos subalternizados, aquellos que, por la cantidad de membresía o posiciones mediana o grandemente disidentes, no son tomadas en cuenta ni por el Estado ni por la Academia ni por el periodismo ni por ciertos activismos que homologan lo cristiano con lo conservador o con lo fundamentalista. 

En esa misma línea de reflexión, si se considera la ética teológica como una reflexión crítica y sistemática del quehacer cristiano a la luz de lo que se considera revelado, es importante cuestionar el lugar de quienes han tenido voz propia en el trabajo teológico y, por supuesto, de quienes no. Marcella Althaus-Reid en su Teología indecente (2023) sostiene que en nuestro continente americano hemos vivido un “autoritarismo de la decencia”. Esto puede notarse también en teología, en cómo los lugares teológicos son abstraídos en categorías. Este es el caso de los  pobres, en su conceptualización no se considera con suficiente fuerza la materialidad de sus cuerpos, su género, su sexualidad, porque todos esos temas estarían subordinados por la decencia. 

Hay voces escuchadas, voces que han querido ser escuchadas, voces decentes, pero en una ética teológica cuir, se han de tomar en cuenta las que han sido silenciadas, las incómodas, las indecentes, las que ocupan términos insultantes.

Orgulloso no, orgullosísimo

Un cuestionamiento de ciertos grupos cristianos radica en decirnos que no tendríamos por qué sentirnos orgullosxs del sexo que practicamos, que eso no es motivo para enorgullecerse. Toda esta gente cristiana no tiene en cuenta que nos han insultado desde pequeñxs, que no pudimos expresar muchas veces nuestro cariño porque éramos juzgadxs, que tuvimos que descubrir nuestra sexualidad a escondidas o sin acompañamiento, que nuestros primeros amores se dieron en lo oculto. Esa gente cristiana no tiene en cuenta que hemos sido motivo de burla constantemente, que hemos vivido violaciones corporales, a nuestra intimidad, que las mujeres trans tienen como promedio de vida 35 años. 

Frente a todo eso mencionado y mucho más, nuestras vidas pueden ser consideradas como sobrevivientes de un sistema que nos quiere muertxs o en silencio, que al final son lo mismo. Porque podemos salir, porque podemos confrontar esta sociedad, porque no nos han matado ni matado nuestros sueños es que sentimos orgullo, porque a pesar de pastorxs antiderechos, a pesar de iglesias inhumanas, a pesar de lecturas bíblicas fundamentalistas, seguimos aquí. Y si los cristianismos son responsables de nuestras faltas de autoestima, de obligarnos a vivir doble vida, de sentir culpa por nuestros placeres, pues habrá que crear otros cristianismos donde tengan cabida el placer, la sexualidad diversa, las caricias.

A lxs cristianxs no les gusta la palabra orgullo, a las maricas no nos gusta que sigan impidiendo nuestro derecho a existir diversas.

Desnudxs, encueradxs, calatxs

La desnudez es un problema en muchos cristianismos. A la bondad del cuerpo en los manuales de teología se le contrapone el control sobre ellos, control sobre la natalidad, sobre posiciones sexuales, sobre el fin de su existencia. El cuerpo ha sido dosificado con la carga moralista de una religión que tendrá teologías sobre el cuerpo, pero pocas prácticas corporales desde donde se hagan esas reflexiones. 

Es cierto que hay mucha carne expuesta durante las marchas del Orgullo. El problema no sería exhibirlo tanto como aceptar su diferencia, tener que hablar de sus texturas, de sus posibilidades, de su intervención, de las distintas marcas que llevan, porque sí, los cuerpos vistos allí son sacramento del placer, pero no puede olvidarse que también está inscrito el dolor en ellos, dolor por el desprecio, dolor por los muchos rechazos vividos, incluido el de cristianxs. 

Esos cuerpos desnudos, encuerados, calatos son también muestra del paso de la Divinidad, pero no se ha querido hacer teología desde allí, desde los besos de tres, desde los cuartos oscuros y violetas, desde el cruising, desde el poliamor y desde las relaciones abiertas, desde Tinder, Wapas, Spicy o Grindr. Todo eso y mucho más ha sido vestida con la decencia o con el silencio, dos caras de la misma moneda. 

Para finalizar, empezando de nuevo

Si la colonialidad cristiana ha querido ocultar nuestras vidas o someterlas a la heterosexualidad, no nos queda sino ocupar otros espacios porque ya no cabemos en los clósets ni en las iglesias, y desde allí reflexionar una fe que no solo toca, sino que también se deja tocar. Seguro habrá gente que piensa que esto no es cristiano, si ellxs tienen un cristo controlador y moralista, nosotrxs no tenemos por qué pedir permiso para creerle a Jesús, el que se deja tocar y ungir por mujeres, el que llora por un hombre, el que identifica al joven del cántaro, al que sana al amante del centurión.

Enrique Vega-Dávila es Doctor en Estudios Críticos de Género por la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. Estudió Teología en el Perú, allí obtuvo su bachillerato, licenciatura y maestría. Actualmente brinda clases en la Comunidad Teológica de México y en los colegios de Filosofía y de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Por último, también es pastor luterano y marica. Correo: enriquevegad@filos.unam.mx 

 

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