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Por Loreto Massicot*

Las voces religiosas conservadoras, en su variante más radical e intolerante, refieren discursos contra la por ellos denominados “ideología de género”. En su retórica, la palabra ideología tiene una valoración negativa y peyorativa, misma valoración encontramos desde grupos políticos de derecha, pero también de centro e izquierda.

Esta nota reivindica el concepto mismo de ideología, muestra cómo y por qué deberíamos admitir que cada uno de nosotros posee una y lo saludable que es para la democracia.

Para entender el concepto de ideología existen dos corrientes principales: la primera de ellas es la perspectiva marxista para la cual la ideología posee una connotación negativa (heredera por tanto de las apreciaciones de Bacon y Napoleón según Mackenzie, 2012) ya que es definida como una distorsión de la realidad para satisfacer determinados intereses y alcanzar el poder. Mientras, la segunda corriente, de carácter no marxista, realiza una valoración positiva de la ideología (según Mackenzie, 2012 sus antecedentes pueden ser rastreados en de Tracy) y la categoriza como la ciencia rigurosa de las ideas que supera los prejuicios metafísicos (Larraín, 1983:24). En esta corriente la ideología se entiende como una propuesta coherente respecto a la sociedad que deberíamos tener.

Observo que mientras en la versión marxista se enfatiza en las ideologías como portadoras de intereses de una clase particular, la otra corriente teórica pone el acento en la visión que la ideología entrega sobre lo que constituiría una “buena sociedad”. Como punto en común establezco que para ambas corrientes el fin último de la ideología es alcanzar el poder.

Volviendo a la corriente marxista, si bien Marx no otorga una definición explícita de ideología, sí la asocia a una distorsión de la realidad, comparándola con una “cámara obscura” en tanto altera la realidad material, emergiendo “de la tierra al cielo” (Ibid: 116). Además, para el autor la ideología es históricamente particular porque no todas las ideas son ideología, sino algunas que se articulan de un modo específico en un momento histórico preciso. Esto quiere decir, para Marx, que la ideología esconde las contradicciones de un determinado modo de producción y los intereses de la clase dominante, en un momento específico de la historia. Por esto el autor afirma que “las ideas dominantes no son nada más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, comprendidas como idea” (Idib:118), o dicho, en otros términos, para él existiría en cada momento histórico un grado de desarrollo de las fuerzas productivas que condicionan el avance de las ideas de los hombres, que no son más que el reflejo de la realidad material.

De lo hasta ahora expuesto infiero que lo deseable para Marx es la desaparición de la ideología de la clase dominante, esta debe extinguirse porque es la expresión de sus intereses y sólo contribuye a su reproducción. En la misma línea Mackenzie expone que para Marx hay que removerse de estos marcos ideológicos inherentes a intereses particulares, para lo cual la razón práctica debe ir acompañada de una práctica revolucionaria que tenga como objetivo disolver el conflicto de clases (Mackenzie, 2012: 5).

Por otro lado, Manheim (1941:55), a quien sitúo como heredero, en parte, de la corriente marxista, aporta dos definiciones para el concepto de ideología: la primera es el deideología particular “cuando se ocupan conscientemente disfraces o se oculta la real naturaleza de una situación”, por lo que a mi juicio el autor entiende la ideología particular como alteración de la realidad en el sentido marxista clásico. En su segunda definición, Manheim habla de la ideología total, que corresponde a la ideología de una época o de un grupo en un contexto socio – histórico particular (Ibid: 56).

Por lo anterior señalo que la visión de Mannheim puede ser situada como una versión que va más allá de la propuesta marxista clásica, porque no da una connotación negativa a la ideología en su segunda acepción y va un paso más allá que Marx, no se queda con la ideología como distorsión psicológica desprovista de todo contexto histórico e implicaciones sociológicas (su definición de ideología particular), sino que intenta superar esta concepción proponiendo la sociología del conocimiento, un método científico que permitiría que la ideología salga de su tradicional descrédito y se entienda como conocimiento.

En definitiva, para Mannheim su denominada ideología total puede adquirir el estatus de científico. Esto ocurre porque la sociología del conocimiento logra sumar las ideologías particulares y por tanto parcialmente interesadas (que no se reconocen a sí mismas como ideologías, al tiempo que se empeñan en tildar de ideológicos los planteamientos de sus adversarios), y las vincula con los grupos sociales en un contexto histórico determinado.

En este contexto, para Mannheim (1941:265) el propósito de la ideología total a diferencia de la visión marxista original no es “desenmascarar los engaños de consciencia y disfraces de los intereses de grupos humanos” sino ser capaces de construir una síntesis.

Por su parte Freeden (2003:32) considera que la ideología “es un conjunto de ideas, creencias, opiniones y valores que muestran un patrón recurrente, se llevan a cabo por grupos significantes, compiten por la provisión y control del diseño de políticas públicas cuyo objetivo es debatir o cambiar tanto los arreglos sociales y políticos como los procesos políticos de la vida en comunidad”. A mi criterio, el autor se sitúa claramente en la vertiente no marxista sobre cómo concebir la ideología, adoptando una postura de corte liberal al entenderla no como una distorsión sino como diferentes marcos interpretativos en disputa.

Para él todas las ideologías tienen la certeza de ser poseedoras de la verdad y “tratan de convencernos de que ellos tienen la razón y dicen la verdad”. Son arreglos de conceptos interdependientes, a los cuales les son asignados significados que no se tranzan ni se pueden impugnar de una ideología a otra. En tal sentido, solo existirían verdades parciales, porque cada ideología otorga un sentido muy particular a un concepto general (Ibid: 54).

Las ideologías en Freeden compiten tanto por el control del lenguaje político como por la provisión de las políticas públicas, en un altercado que se da a nivel del discurso y que está íntimamente relacionado con la dimensión normativa, porque para Freeden los conceptos disputados son “palabras especiales que otorgan sentido al mundo” (Ibid:51). No obstante, lo anterior, para el autor las ideologías tienen al mismo tiempo una dimensión práctica porque impulsan acciones políticas individuales y grupales y materializan los valores en políticas públicas (Ibid: 31).

Las distintas ideologías para Freeden expresan intereses particulares y distintas cosmovisiones de los sujetos. Para aproximarnos a ellas el autor propone el llamado enfoque morfológico, coincidiendo desde la perspectiva metodológica con Manheim al presentar también un método científico para elucidar la ideología de una época.

El enfoque morfológico consiste en indagar en los ensamblajes conceptuales de cada ideología. Al respecto infiero que para el autor ya no basta con asociar tal o cual idea a un determinado contexto histórico o social como propusiera Mannheim, sino que se debe analizar la vinculación entre los distintos conceptos políticos que llegan a formar un patrón recurrente, estableciendo cuáles de estos son centrales o periféricos en una ideología y por qué.

Sumado al aporte de un método analítico, de mi lectura de Freeden, extraigo que para él la dimensión normativa y la acción de una ideología se cruzan constantemente porque las ideologías son símbolos o marcos analíticos, pero su utilidad es práctica ya que permiten a los tomadores de decisión justificar sus acciones y ser presentadas por los partidos políticos como consumibles de fácil acceso para las masas, interpretación que, a mi parecer, comparte con Downs.

No obstante, la coincidencia entre ambos autores en su visión “utilitaria” de las ideologías, considero que la perspectiva de Downs es más radical porque para él la ideología no es más que un medio empleado por los partidos políticos para obtener votos y un atajo para el elector que se salva de informarse de una gran cantidad de temas, tomando la visión del partido sobre lo que constituiría una sociedad deseable (Downs, 1957: 96 – 99).

De todo lo hasta aquí expuesto y analizado, adscribo a un concepto de ideología en términos no marxistas, puesto que no me parece que la ideología sea un artilugio para el ocultamiento objetivo de las contradicciones de clase sino un marco interpretativo que nos ayuda a ordenar nuestras ideas sobre sobre los sistemas políticos e incluso a encontrar qué posición y rol ocupamos en él.

Vislumbro la ideología como un canal de expresión que nos permite dar a conocer nuestros intereses y expectativas, pudiendo proveernos incluso de realización emocional.

Considero es labor de las ciencias sociales en general y de los politólogos en particular poner en discusión a qué se refiere el concepto de ideología y sus variantes de “ideologizado” e “ideológico”, más especialmente en contextos de disputas valóricas como la denominación de “ideología de género”, socializar que todos somos poseedores de ideología, que son los marcos con los cuales observamos, analizamos y entendemos la sociedad, que la ideología es positiva, diversa, y en ese sentido contribuye al pluralismo democrático.

El concepto de ideología debe ser incorporado como parte de la “educación para la democracia” (ex educación cívica) como parte de la respuesta a la desafección ciudadana con la política y la democracia y que aspira a relegitimar el sistema político y sus instituciones en distintos niveles.

El uso “liviano” del concepto de ideología para descalificar a quienes piensan distinto a nosotros no contribuye a mejorar nuestra democracia, ni menos la valoración que los ciudadanos poseen del régimen político, del sistema político y de sus instituciones.

*Coordinadora de Proyectos Otros Cruces. Magister en Ciencia Política PUC. Egresada de Magister en Filosofía UDP

Bibliografía

  • Downs, Anthony. “Political Ideologies as Means of Getting Votes”, in An Economic Theory of Democracy. 1957.
  • Freeden, Michael. Ideology: A Very Short Introduction. 2003.
  • Larrain, Jorge. Marxism and Ideology. 1983.
  • Mackenzie, Ian. Events and the Critique of Ideology Iain. En Ricoeur Studies Vol 3, N° 1. 2012.
  • Macridis, Roy y Hulliung Mark. Las ideologías políticas contemporáneas. Editorial Alianza.1998.
  • Mannheim, Karl. Ideología y Utopía.1941
  • Marx, Karl. La Ideología Alemana. 1932
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