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Por Julio Córdova

  1. Es una “conspiración” de iglesias conservadoras.

El derrocamiento de Evo Morales no tuvo la “participación orgánica” de la Iglesia Católica o de Iglesias Evangélicas. Ni en el círculo íntimo de colaboradores de Fernando Camacho (líder cívico que lideró las movilizaciones en su última etapa), ni con Jeanine Áñez (Presidenta actual) se observan influencias de líderes eclesiásticos.

La Conferencia Episcopal de Bolivia cuestionó la relección de Evo Morales y apoyó al movimiento cívico. Pero no influyó en su desenvolvimiento[1].

 

  1. Es legitimación religiosa de un golpe de Estado.

El concepto de “golpe de Estado” no es adecuado para entender la crisis boliviana. Es mejor analizarla a través del prisma de “agotamiento de un modelo estatal”[2]. Este agotamiento es “estructural” (crecimiento sin empleo de calidad, extractivismo sin industrialización, baja de precios de commodities), social (persecución a las bases sociales del MAS: indígenas, campesinos), de legitimidad (casos de corrupción, no respetar el voto del referéndum de 2016 que impedía una cuarta reelección de Evo) y el descontrol de los aparatos represivos del Estado (motín policial los últimos días del régimen).

En la última etapa de la descomposición del régimen del MAS se presenta una revuelta masiva de las clases medias, que es capitalizada por liderazgos cívicos y políticos de la derecha conservadora. Es esta revuelta ciudadana la que termina por carcomer los frágiles cimientos del ciclo estatal nacional-populista liderizado por Evo Morales[3].

Por tanto, no se puede hablar de una legitimación religiosa de un golpe de Estado. No hubo tal. A lo sumo se puede decir que fue una legitimación religiosa de una sublevación de las clases medias, y que la misma contribuyó al giro conservador de estas movilizaciones en su última etapa.

 

  1. Hubo una influencia del “fundamentalismo evangélico”.

La categoría de fundamentalismo alude a una postura basada en un conjunto de verdades “divinas” que no se negocian, y que otorgan al actor religioso un posicionamiento intolerante con la modernidad y con el pluralismo democrático[4]. El fundamentalismo estuvo presente en la campaña electoral antes de la crisis, con dos pastores evangélicos. Uno candidato a la Vicepresidencia por el partido UCS, y un coreano nacionalizado boliviano, candidato a la Presidencia por el partido PDC. Ellos se movieron en función de “doctrinas” no negociables por la “defensa de la familia natural y de la vida desde la concepción”.

Pero, en la crisis misma no se observa la presencia del “fundamentalismo típico”, y menos de cuño evangélico. Fernando Camacho, el líder cívico, es católico. Aunque es cercano a líderes evangélicos, no se mueve por determinadas “doctrinas divinas”; sino por una religiosidad católica tradicional, pero efervescente. El impulsó la consigna “que la Biblia vuelva a Palacio de Gobierno”. La actual Presidenta, Jeanine Áñez, aunque es hermana de un pastor evangélico, no se mueve por la defensa de doctrinas. Se limitó a concretar la consigna de Camacho: “introdujo la Biblia en Palacio de Gobierno”.

 

Tesis: Se trata de una “religiosidad en tanto legitimación supletoria en el ámbito político”.

La legitimación del orden político basada en la democracia, el respeto del voto del soberano (la ciudadanía) y la independencia de poderes, entró en crisis en Bolivia. Sobre todo desde el desconocimiento de los resultados del Referéndum de 2016 por el Gobierno de Evo Morales, y por las sospechas de fraude en las elecciones del 20 de octubre de este año. Sospechas que eran certezas para las clases medias sublevadas. Al final, las mismas fueron confirmadas por el informe preliminar de la auditoria electoral de la OEA[5].

Durante esta crisis, no es suficiente la legitimidad de “defensa de la democracia” para los actores sociales. Esta referencia se ha debilitado. En varios casos recurren a su religiosidad como “legitimadora supletoria de sus acciones en el ámbito político”.

En esta crisis no sólo Fernando Camacho y Jeanine Áñez recurren a su religiosidad como forma de dar sentido a sus acciones políticas. Se ha visto a grupos de policías rezando el Ave María y con crucifijos en lo alto. Algún periodista (probablemente evangélico) orando por el aún Presidente Evo Morales antes de su renuncia.  Funcionarios públicos orando por el entonces Ministro de Gobierno del MAS. Grupos de periodistas tanto en occidente como en oriente, orando de rodillas y pidiendo paz, antes de salir para dar cobertura informativa a los conflictos sociales, en los que ponen en peligro su integridad física.

En la “ciudad aymara de El Alto”, en una asamblea popular (cabildo) que desconoció a los líderes vecinales ligados al MAS y rechazó el plegarse a las protestas contra “el golpe de la derecha”, se realizó una oración de corte evangélico “pidiendo fuerzas a Dios”[6].

La nueva Ministra de Culturas y Turismo, la aymara de El Alto, Martha Yujra, miembro de una iglesia pentecostal, aparece orando con sus pastores pidiendo sabiduría a Dios, e invitando a reuniones de oración y alabanza en su despacho, justo después de su posesión.

El recurso a la religiosidad de todo tipo, sea esta católica tradicional, neopentecostal, evangélica popular o pentecostal clásica florece por todas partes en Bolivia en medio de esta crisis. Cuando las instituciones fallan, cuando la apelación a la democracia no es suficiente, y en medio de conflictos sociales y represión militar y policial, en medio de inseguridades y de muertes innecesarias, las personas acuden al ámbito de lo sagrado en busca de sentido y esperanza.

 

[1]  https://es.zenit.org/articles/bolivia-los-obispos-proponen-una-solucion-constitucional-y-pacifica/

[2]  Thwaites, Mabel y Ouviña, Hernán (2018), “El ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina: auge y fractura”. En Thwaites, Mabel y Ouviña, Hernán (Comp.) Estados en Disputa: Auge y Fractura del Ciclo de Impugnación al Neoliberalismo en América Latina. Clacso: Buenos Aires, p. 17-65. En: http:// biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20190207045344/Estados_en_Disputa.pdf

[3]  En este sentido, el mejor análisis que se ha hecho en el exterior sobre la actual crisis boliviana es el de Raúl Zibechi Un Levantamiento Popular Aprovechado por la Ultraderecha. En: https://vientosur.info/spip.php?article15294.

[4]  Pineda, Andrey (2018), “Secularización, laicidad y fundamentalismo religioso en las sociedades occidentales contemporáneas: algunos aportes para la discusión”. En: Revista Rupturas N° 9, Costa Rica, p. 209-239. En: https://revistas.uned.ac.cr/index.php/rupturas/article/view/2235/2649

[5]  http://www.oas.org/documents/spa/press/Informe-Auditoria-Bolivia-2019.pdf

[6]  De igual manera, en los años 70 y 80, en el emergente movimiento indígena y campesino Katarista, era normal comenzar las asambleas con una oración, debido a la influencia metodista y adventista en este movimiento social.

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