PROMOVIENDO TOLERANCIA Y PAZ DESDE LA DIVERSIDAD RELIGIOSA: La experiencia en Chiapas

Si hay un cruce que es muchas veces visto con temor y cierta resistencia en la región es, sin duda, el de la religión con la política, el de la espiritualidad y las cuestiones sociales. Un vínculo que, por sus inherentes conflictos, se tiende a esconder y por momentos a negar. Sin embargo, y a pesar de todo, es una relación mucho más común, cotidiana y habitual de lo que estamos dispuestos a reconocer. Las creencias religiosas representan un elemento indispensable e indiscutible de nuestras sociedades contemporáneas, más aún en nuestra región latinoamericana. Y México no es la excepción.

Por ende, la pregunta no es “¿religión sí, religión no?” sino más bien: “¿cómo y desde dónde?”. En otras palabras: ¿de qué manera promovemos una relación saludable entre las espiritualidades, las creencias religiosas y el desarrollo de una cultura de paz y convivencia democrática, teniendo en cuenta la gran diversidad de expresiones y de la extendida presencia de miradas y visiones sobre lo sagrado y espiritual en nuestras cotidianeidades?

El Programa de formación de personas formadoras para el fomento de la tolerancia religiosa se inscribe en esa línea. Este esfuerzo parte de una colaboración entre la Dirección General de Asuntos Religiosos (DGAR) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), y su objetivo consiste en generar espacios para sensibilizar a la población en torno a la importancia de la libertad de creencias, el respeto, la tolerancia, la igualdad y la no discriminación.

Asimismo, el programa pretende destacar la importancia de la sociedad civil en la construcción de paz, y capacitar a personas formadoras que eventualmente habrán de replicar este ejercicio en sus comunidades de origen.

La primera versión de este programa se implementó en Chiapas, una entidad especialmente significativa en virtud de su diversidad religiosa, así como de la presencia de conflictos interreligiosos que han derivado en desplazamientos forzados.

Esperamos sea de inspiración para otros Estados, organizaciones de sociedad civil, organizaciones basadas en la fe y comunidades religiosas comprometidas con promover visiones alternativas sobre la relación entre espiritualidades, organismos públicos y promoción democrática de la paz y la inclusión.

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