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A través de la presente queremos unirnos como organización al extendido repudio sobre los hechos acontecidos en la ciudad de Brasilia el día domingo 8 de enero pasado, donde un grupo de manifestantes ingresó a los recintos de la Corte Suprema, el Congreso Nacional y el Palacio Presidencial ocasionando graves destrozos, impulsados por el rechazo de los resultados electorales y solicitando una intervención militar. La naturaleza de esta manifestación -en la cual convergieron personalidades políticas, fuerzas de seguridad, empresariado y sociedad civil- fue netamente anti-democrática, imponiendo un clima de desestabilización política y profunda inseguridad social.

Como Otros Cruces queremos, además, destacar el rol que han tenido diversas fuerzas religiosas en este acontecimiento, las cuales no sólo acompañaron y legitimaron la manifestación, sino que sirvieron como cultivo, desde hace semanas, a la instalación de un discurso de odio en nombre de Dios, la Biblia y la Iglesia, negando la voluntad popular y promoviendo la desestabilización.

Por todo esto:

  • Denunciamos la instrumentalización política que han ejercido grupos cristianos de vertiente fundamentalista, nacionalista y cercana a grupos de ultraderecha, que han banalizado discursos de fe para respaldar hechos anti-democráticos de violencia, odio y discriminación.
  • Instamos a actores civiles, políticos y gubernamentales que combatan la connivencia del fundamentalismo religioso con estos posicionamientos extremos a partir de un acercamiento y promoción de la diversidad de voces que componen el mundo religioso y espiritual que defienden una agenda de derechos humanos. Cristianismo no es sinónimo de conservadurismo. Religión no es sinónimo de fanatismo. Estas imágenes erróneas y restringidas terminan siendo funcionales a agendas anti-democráticas, que deben ser confrontadas desde dentro del mismo mundo religioso. Por ello, es necesario visibilizar y promover otras formas de espiritualidad existentes, ligadas a los derechos, la inclusión, la diversidad y la convivencia democrática, las cuales se encuentran dentro de todo el espectro religioso, y que dan cuenta de una riqueza inigualable de vivencias y posiciones, las cuales pueden alimentar la promoción de prácticas democráticas.
  • Hacemos un urgente llamado para la conformación de instancias de diálogo y sensibilización social -compuesto por actores estatales, sociedad civil y sectores religiosos- que insten a trabajar sobre los extremos que implican ciertas formas de polarización social, el peligro para la sociabilidad de posiciones de ultraderecha y fundamentalistas, y la importancia de una convivencia democrática y plural.
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