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Por Franz Hinkelammert

 

Las amenazas globales

 

Estamos enfrentados a tres grandes amenazas globales concretas: la exclusión de la población, la subversión de las relaciones sociales y la amenaza a la naturaleza. Sin embargo, la mayor amenaza es otra: es la inflexibilidad absoluta de la estrategia de globalización. Es, de hecho, la verdadera amenaza. Lo es porque esta amenaza hace imposible enfrentar las otras amenazas mencionadas.

 

Se trata de una estrategia que de ninguna manera es un producto necesario de un mundo hecho global. En realidad, la estrategia de globalización es completamente incompatible con el hecho de que el mundo ha llegado a ser un mundo global. Ese es el verdadero problema. La estrategia de globalización destruye un mundo hecho global y es incompatible con la existencia de este mundo.

 

El mercado no es un sistema autoregulado. Las tal llamadas fuerzas de autoregulación del mercado no existen. Lo que hay es una determinada autoregulación de mercados particulares, no del mercado en su conjunto. El mercado como conjunto no tiene la más mínima tendencia al equilibrio, sino tiende siempre de nuevo y sistemáticamente a desequilibrios. El mercado es pura voluntad del poder.

 

Las mencionadas amenazas globales concretas son desequilibrios del mercado. A favor de ciertos equilibrios financieros estas amenazas globales son sistemáticamente aumentadas. La política del crecimiento económico muestra todavía otro lado: cuanto más se insiste en una ciega política de crecimiento, tanto más son aumentadas las amenazas globales y, como consecuencia, se sacrifica cualquier política que intenta enfrentarlas. Esa es la lógica de la estrategia de globalización.

 

La estrategia de globalización se presenta a sí misma como política de crecimiento, pero no es simplemente eso. Hay que recordar solamente las características de esta estrategia para mostrar lo que es. Es la comercialización de todas las relaciones sociales, es la privatización como política, que obedece solamente a principios sin consideración mayor de la propia realidad. Por eso ni pregunta dónde la privatización sería la solución más adecuada y dónde precisamente la propiedad pública resulta la mejor solución. El hecho de que la privatización del Metro en Berlín (S-Bahn) arruinó este metro, no es ningún argumento en contra de su privatización. No hay argumentos en contra de determinadas privatizaciones porque solamente hay artículos de fe. Según esta fe, todas las esferas de la vida tienen que ser sometidas al mercado, lo que significa usarlas para inversiones del capital. No solamente cualquiera de los servicios públicos, también las cárceles y los ejércitos. Por supuesto, igualmente el sistema de educación, el sistema de salud y del seguro de vida.

 

Eso se presenta como si fuera política de crecimiento, pero es obvio  que es principalmente una política de acumulación total de capital. En nuestro idioma orwelliano todo es lo mismo: la globalidad del mundo, la estrategia de globalización y la totalización del mercado y de la acumulación del capital. Con esto, también el sometimiento de todas las decisiones bajo el cálculo de costos y utilidades.

 

Lo que  no se puede percibir, es la contradicción fundamental de nuestra sociedad actual: se trata de la contradicción entre un mundo hecho global y la universalización de esta estrategia de globalización. Esta política de maximización del crecimiento ha llegado hoy a sus límites. Lo que anunciaba el informe del Club de Roma en 1972 bajo el título “los límites del crecimiento”, se ha hecho real hoy. La crisis de 2008 no es simplemente una crisis del sistema financiero, sino el comienzo de una crisis producida por los límites del crecimiento que se hacen notar constantemente y que no tiene remedio. Lo que se da es la rebelión de los límites.

 

La crisis de 2008 estalló después de un extraordinario aumento del precio del petróleo. Eso llevaba a dificultades de pago, que obligaron a la venta de títulos financieros, los cuales resultan ahora no tener casi valor en el mercado. Eso llevó a una crisis financiera en la cual colapsó la burbuja financiera del sistema financiero. Los límites del crecimiento llevaron a esta crisis, que se reforzó a sí misma por el hecho de que todo el sistema financiero resultó corrupto porque se basaba en títulos financieros sin ningún valor.

 

Dese 1987 hasta 2007 el consumo de petróleo aumentó aproximadamente un tercio. Se trata de un aumento de alrededor de 1.5% con un crecimiento económico de alrededor del 5%. Este crecimiento no habría sido posible sin el correspondiente aumento del consumo de petróleo y, por eso, sin un aumento correspondiente de la producción de petróleo. Volver a un crecimiento parecido del consumo de petróleo en los próximos 20 años parece más bien imposible. En cuanto que todavía no hay un sustituto importante para el petróleo, parece entonces también imposible un crecimiento del producto social mundial de este tamaño.

 

No solamente el petróleo marca límites. En todos los sectores de la economía aparecen productos imprescindibles para un proceso de crecimiento comparable que se ponen escasos sin que se encuentren sustitutos adecuados con la velocidad necesaria. Igualmente cambia la situación mundial de partida. La crisis del clima definirá cada vez más límites de este proceso de crecimiento, que en algún momento tendrán que ser tomados en cuenta.

 

La búsqueda de sustitutos para el petróleo tiene inclusive consecuencias perversas. Hoy la producción agraria todavía aumenta, pero la producción de alimentos tiende más bien a la baja. Maíz, soya, aceite de palma, azúcar y muchos otros productos son transformados en combustible para automóviles. En los Estados Unidos es el caso de más de un tercio de la producción del maíz. En el siglo XVI se decía en Inglaterra: las ovejas devoran a la gente. Esta situación llevó a un terror tal frente a la población expulsada del campo, que el robo de una gallina fue castigado con la pena capital. Hoy tendríamos que decir nosotros: los automóviles devoran a la gente. Lo autos tienen altos ingresos, los hambrientos en cambio no tienen ningún poder de compra. Lo que hoy se entiende por acción racional es que los autos en nombre de la acción racional tienen que tener preferencia. El concepto de racionalidad de nuestra vigente teoría de la acción racional es perfectamente perverso.

 

Por esta razón parece difícilmente posible mantener un nivel de crecimiento como en las décadas pasadas. Lo que se puede esperar son aumentos del crecimiento a plazos más bien cortos que pronto volverán a colapsar: una especie de decadencia del sistema. Esto tienen que tomar en cuenta todos los planes de una reactivación del crecimiento.

 

Hemos derribado todos los límites y llegamos hoy a nuevos límites, cuya existencia la humanidad antes ni sospechaba. El ser humano resulta ser un ser infinitoatravesado por la finitud. Se trata de la finitud del ser humano, que ha descubierto que es infinito y que precisamente por eso choca de nuevo con la finitud. Pero no es la finitud del pensamiento anterior, como por ejemplo del pensamiento griego.

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